¿Podemos afrontar y entender una enfermedad o trastorno mental como el autismo, como una oportunidad de transformación personal en lugar de verlo como un obstáculo?
El autismo representa el llamado a iniciar un viaje de espiritualidad y comunidad con quien nos creó, con quien nos invita a unirnos a él a través de la fe, el amor, la humildad, la paciencia y la resiliencia. Todos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios.
¿Podemos afrontar y entender una enfermedad o trastorno mental como el autismo, como una oportunidad de transformación personal en lugar de verlo como un obstáculo?
El autismo representa el llamado a iniciar un viaje de espiritualidad y comunidad con quien nos creó, con quien nos invita a unirnos a él a través de la fe, el amor, la humildad, la paciencia y la resiliencia. Todos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios.
El autismo considerado una enfermedad mental, responsable de estrés crónico y sufrimiento tanto del que la padece como del que cuida de esta persona autista (pensamiento humano), lejos de ser considerado un obstáculo o un motivo de dolor y sufrimiento, es una oportunidad de cambio, de conversión, es una prueba de fe, de amor, de entrega al prójimo y un llamado a entregarnos al mundo espiritual.
De todo esto, se derivan las siguientes preguntas, ¿qué debo aprender de tener un hijo autista? ¿qué quiere decirme dios con esta enfermedad?, que ha venido mi hijo a enseñarme con su trastorno? o ¿si soy autista cuál es la intención de serlo, ¿cuál es mi propósito? ¿Por qué me siento muchas veces tan incomprendido y hasta burlado y humillado? ¿Quién debe cambiar, yo que nací autista o las personas que no pueden aceptarme? ¿por qué lejos de quejarme y quejarme por no ser comprendido al ser diferente, empiezo a ver aquellos dones que me hacen especial y los uso para cumplir mi vocación autista? (en este caso hablamos del autismo leve, en aquellos que pueden discernir lo que les pasa).
La enfermedad se entiende de hecho, como el medio de unión con Cristo y de purificación espiritual y, por parte de aquellos que se encuentran ante la persona enferma, como una ocasión para el ejercicio de la caridad.
Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza y aun en aquellas personas con trastornos mentales no cometió ningún error, ya que todo lo que hace Dios lo hace con un propósito.
El autismo considerado una enfermedad mental, responsable de estrés crónico y sufrimiento tanto del que la padece como del que cuida de esta persona autista (pensamiento humano), lejos de ser considerado un obstáculo o un motivo de dolor y sufrimiento, es una oportunidad de cambio, de conversión, es una prueba de fe, de amor, de entrega al prójimo y un llamado a entregarnos al mundo espiritual.
De todo esto, se derivan las siguientes preguntas, ¿qué debo aprender de tener un hijo autista? ¿qué quiere decirme dios con esta enfermedad?, que ha venido mi hijo a enseñarme con su trastorno? o ¿si soy autista cuál es la intención de serlo, ¿cuál es mi propósito? ¿Por qué me siento muchas veces tan incomprendido y hasta burlado y humillado? ¿Quién debe cambiar, yo que nací autista o las personas que no pueden aceptarme? ¿por qué lejos de quejarme y quejarme por no ser comprendido al ser diferente, empiezo a ver aquellos dones que me hacen especial y los uso para cumplir mi vocación autista? (en este caso hablamos del autismo leve, en aquellos que pueden discernir lo que les pasa).
La enfermedad se entiende de hecho, como el medio de unión con Cristo y de purificación espiritual y, por parte de aquellos que se encuentran ante la persona enferma, como una ocasión para el ejercicio de la caridad.
Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza y aun en aquellas personas con trastornos mentales no cometió ningún error, ya que todo lo que hace Dios lo hace con un propósito.
