Las 35 virtudes de Santa Hildegarda: un amor divino que transforma el alma

Las 35 virtudes de Santa Hildegarda: un amor divino que transforma el alma

Santa Hildegarda de Bingen, en su obra El libro de los méritos de la vida, comparte una visión profunda sobre el amor divino. En el video se presenta una escena poderosa donde una voz, desde una nube tormentosa, se dirige al amor mundano:

“Estás completamente equivocado si piensas que puedes encontrar una vida plena en algo tan efímero como una chispa de ceniza.”

El amor mundano: fugaz, oscuro y engañoso

Según el video, el amor mundano está rodeado de niebla y oscuridad. La persona que vive atrapada en él cae en deseos humanos, se marchita como flor y termina en el abismo de la perdición.

Este tipo de amor ofrece una apariencia de satisfacción, pero es solo ilusión. Por eso, es fácil perderse si uno se deja llevar por lo efímero.

El amor divino: eterno, verdadero y armonioso

Por otro lado, el amor divino se presenta con claridad. Es una columna firme de armonía celestial. No destruye la vida, sino que la ordena. El amor divino elimina todo lo que la daña y restablece la paz del alma.

Además, se describe como un espejo en el que todos los creyentes pueden verse reflejados. En ese reflejo, las virtudes aparecen claramente. Así, se ofrece un camino concreto para vivir desde la luz.

Contraste espiritual: amor mundano vs. amor divino

Esta enseñanza se centra en un contraste radical que transforma la comprensión del amor:

Las virtudes: camino hacia el amor divino

Santa Hildegarda propone un camino compuesto por 35 virtudes. Estas virtudes no son solo conceptos, sino reflejos vivos del amor divino. A través de ellas, el alma se purifica y se fortalece.

“Yo soy el espejo de todas las virtudes en el que todos los creyentes se reflejan claramente”, afirma la voz del amor divino.

Algunas de las 35 virtudes que se insinúan en la visión

Aunque el video no menciona todas las virtudes una por una, se insinúan varias a través del lenguaje y simbolismo:

• Amor divino (en oposición al amor mundano)

• Humildad (frente a la soberbia del deseo humano)

• Pureza (que limpia lo que oscurece la vida)

• Obediencia (a la verdad superior)

• Fidelidad (a lo eterno, no a lo fugaz)

• Esperanza (que sostiene incluso en la niebla del mundo)

Estas virtudes no son decorativas: son activas y transformadoras. Practicarlas permite al alma alinearse con la luz.

¿Cómo empezar a cultivar estas virtudes?

Si deseas iniciar este camino de transformación, aquí te dejo algunas sugerencias prácticas:

1. Haz silencio interior cada día para examinar tu corazón.

2. Pregúntate con sinceridad: ¿en qué amor estoy viviendo?

3. Escoge una virtud al mes y comprométete a practicarla conscientemente.

4. Medita brevemente en la visión de Hildegarda: deja que el contraste te ilumine.

5. Pide en oración la gracia de amar lo eterno por encima de lo fugaz.

Conclusión: ¿estás buscando un amor que no se marchite?

La enseñanza del video nos invita a mirar más allá del deseo inmediato. Santa Hildegarda presenta un mensaje claro: solo el amor divino tiene poder para llenar el alma y dar sentido verdadero a la vida.

No se trata de negar la belleza del mundo, sino de no absolutizar lo que es transitorio. La clave está en reflejarse en el espejo de las virtudes, y dejar que ese amor eterno transforme cada rincón de tu vida.