Los temperamentos según Santa Hildegarda de Bingen: una guía espiritual y emocional

Los temperamentos según Santa Hildegarda de Bingen: una guía espiritual y emocional

Desde tiempos antiguos, los temperamentos han sido considerados claves para comprender la personalidad y la salud. Para Santa Hildegarda de Bingen, cada persona nace con un temperamento que influye en su bienestar físico, emocional y espiritual. Esta sabiduría milenaria, enriquecida por su visión espiritual, ofrece una poderosa herramienta para el autoconocimiento.

En esta guía, inspirada en sus escritos médicos y espirituales, exploraremos los cuatro temperamentos. A través de ellos, descubriremos cómo influyen en nuestro cuerpo, alma y camino de santidad.

¿Qué son los temperamentos según Santa Hildegarda?

Santa Hildegarda retomó y profundizó la antigua teoría de los cuatro temperamentos, vinculándolos no solo a los humores del cuerpo, sino también a la vida espiritual. Cada temperamento representa una combinación única de reacciones emocionales, tendencias de carácter y constitución física. Son los siguientes:

• Sanguíneo: alegre, comunicativo, emocional.

• Colérico: decidido, fuerte, pero propenso a la ira.

• Flemático: calmado, constante, algo perezoso.

• Melancólico: profundo, perfeccionista, propenso a la tristeza.

Cada uno de ellos tiene dones, debilidades y caminos particulares hacia la santidad.

Temperamento sanguíneo: La alegría como don

• Cualidades: afectuoso, creativo, sincero, equilibrado.

• Debilidades: superficialidad emocional, ansiedad social, dependencia externa.

• Advertencias de Hildegarda: si su menstruación se ve alterada, pueden sufrir melancolía, abscesos o enfermedades cutáneas.

• Camino espiritual: es necesario desarrollar constancia y templanza para vivir su alegría como testimonio del gozo cristiano.

Además, su sensibilidad debe cultivarse con profundidad interior para que la alegría no se vuelva superficial.

Temperamento colérico: Pasión con dirección divina

• Cualidades: liderazgo, energía, perseverancia.

• Debilidades: ira descontrolada, ambición, agotamiento.

• Advertencias de Hildegarda: el exceso de alimentos grasos produce flemas tóxicas, enfermedades hepáticas y emocionales.

• Camino espiritual: se recomienda canalizar su fuerza hacia causas justas con humildad y mansedumbre.

Por ello, el colérico necesita encontrar equilibrio a través de la oración y el servicio.

Temperamento flemático: La paz como fuerza

• Cualidades: equilibrio emocional, juicio práctico, estabilidad.

• Debilidades: pereza, falta de iniciativa, dependencia.

• Advertencias de Hildegarda: el desequilibrio de flemas provoca trastornos emocionales, infertilidad o problemas mentales.

• Camino espiritual: conviene crecer en valentía y fervor mediante actos cotidianos de servicio.

Sin embargo, su calma natural puede convertirse en virtud si se vive con intención.

Temperamento melancólico: La profundidad del alma

• Cualidades: sensibilidad espiritual, deseo de perfección, introspección.

• Debilidades: tristeza crónica, indecisión, aislamiento.

• Advertencias de Hildegarda: la acumulación de bilis negra puede causar insania, esterilidad o enfermedades graves.

• Camino espiritual: transformar el sufrimiento en compasión y esperanza es clave para su crecimiento interior.

También, su amor por lo eterno le da una capacidad única para la contemplación.

Propiedades espirituales y santidad según el temperamento

Santa Hildegarda ve en cada temperamento una vía de santificación. De hecho, Dios actúa a través de nuestras fortalezas y debilidades para guiarnos hacia la santidad:

• Sanguíneo: evangelizador alegre que irradia el gozo del Espíritu.

• Colérico: servidor valiente, guiado por la caridad y la humildad.

• Melancólico: contemplativo profundo que refleja la paz interior.

• Flemático: testimonio de serenidad y fidelidad en lo pequeño.

Estas vías, iluminadas por la gracia, nos permiten avanzar hacia una vida plena y santa.

Conclusión

Comprender los temperamentos según Santa Hildegarda de Bingen es una herramienta poderosa para el autoconocimiento, el crecimiento espiritual y el equilibrio emocional. Por tanto, cada temperamento es un regalo que, iluminado por la gracia, se convierte en camino de plenitud.