El propósito de Dios en mi vida según Santa Hildegarda de Bingen

El propósito de Dios en mi vida según Santa Hildegarda de Bingen

Santa Hildegarda, al igual que toda la tradición cristiana, enseña que Dios nos ha creado por amor y para participar de su gloria eterna. Nuestra verdadera felicidad no está en los logros materiales, ni siquiera en nuestra propia perfección, sino en vivir orientados totalmente hacia Dios.

Tal como enseña el Apóstol Pablo en 1 Corintios 10:31:
“Ya sea que coman, o beban, o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios.”

Desde antes de la creación del mundo, Dios nos ha elegido para ser alabanza de su gloria. Por eso estamos llamados a vivir en santidad, no como un acto de orgullo personal, sino como respuesta de amor a quien nos creó.

¿Cuál es el propósito de Dios en mi vida?

El propósito de Dios en tu vida no es otro que conducirte a la santidad a través de tus actos cotidianos, por pequeños que sean. Cada pensamiento, cada palabra, cada decisión tiene valor cuando su finalidad es glorificar a Dios.

No buscamos la santidad para sentirnos superiores o alcanzar méritos por nosotros mismos. La auténtica santidad nace cuando entendemos que Dios desea glorificarse dándonos la verdadera felicidad: la unión eterna con Él.

Dios quiere tu santidad para glorificarse en ti

Dios no te ha llamado solo para que te salves, sino para que tu vida se convierta en un himno de alabanza a su Nombre. Tu propósito no es solo tu felicidad personal, sino la glorificación de Dios en tu existencia.

Olvidarse de uno mismo: El camino a la santidad

Santa Hildegarda nos recuerda que el camino hacia la santidad comienza con un acto de humildad: olvidarnos de nosotros mismos y de nuestro amor propio desordenado.

Pasos para vivir según este propósito:

• Renunciar al deseo de protagonismo espiritual.

• Ofrecer todas nuestras acciones, incluso las más simples, para mayor gloria de Dios.

• Buscar en todo la voluntad de Dios, no la nuestra.

• Aceptar que la verdadera santidad no es un logro humano, sino un regalo divino.

La vida cristiana es un constante ejercicio de amor y entrega, confiando en que cada paso, cada esfuerzo, cada sacrificio tiene sentido cuando su fin último es dar gloria a Dios.

La verdadera felicidad: Alabanza eterna a la Trinidad

Santa Hildegarda nos enseña que la felicidad no consiste en complacernos a nosotros mismos, sino en glorificar a Dios con nuestra vida. Por eso, la búsqueda de la santidad es inseparable del deseo de alabar y honrar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

“El propósito de Dios en nuestras vidas no es santificar nuestra alma para orgullo personal, sino glorificar a la Trinidad Beatísima.”

Solo cuando dejamos de mirarnos a nosotros mismos, y orientamos toda nuestra existencia a Dios, alcanzamos la plenitud para la cual hemos sido creados.

Conclusión: Glorificar a Dios es el verdadero propósito de tu vida

El propósito de Dios en tu vida, según Santa Hildegarda de Bingen, es claro: vivir para glorificar a Dios y, a través de ello, alcanzar la felicidad que solo Él puede ofrecer.

Cada día, cada momento, es una oportunidad para crecer en santidad, no para buscar la salvación como fin egoísta, sino para convertir tu vida en un canto de alabanza a la gloria eterna del Señor.