Reflexión sobre la dureza de corazón según Santa Hildegarda de Bingen

Capítulo 10

Gloria es una mujer exitosa en su carrera profesional, reconocida por su talento, disciplina y determinación. Sin embargo, detrás de su aparente fortaleza se esconde un profundo dolor. Hace seis años fue traicionada por su mejor amiga, quien no solo destruyó su amistad, sino también su matrimonio, al iniciar una relación con su esposo Diego.

Con el tiempo, esa amiga se convirtió en la nueva esposa de su exmarido, sellando una herida emocional que Gloria nunca logró cerrar del todo.

El origen del sufrimiento

La traición marcó tanto a Gloria que construyó una coraza emocional para protegerse del dolor. Se volvió más fuerte, sí, pero también más fría y distante. Su mente se enfocó completamente en el éxito profesional, mientras su corazón se endurecía para evitar cualquier tipo de vulnerabilidad.

Esa aparente fortaleza la llevó a desconectarse emocionalmente de los demás. En su soledad, comenzó a experimentar ansiedad y depresión, sin darse cuenta de que su cuerpo y su alma le estaban pidiendo sanar desde dentro.

La enfermedad como llamado interior

Un día, Gloria fue diagnosticada con esclerosis múltiple, una enfermedad autoinmune que afecta el sistema nervioso central. Este diagnóstico fue un punto de inflexión en su vida, una llamada profunda a mirar dentro de sí misma.

Según Santa Hildegarda de Bingen, la dureza de corazón —esa incapacidad de perdonar, de amar o de dejarse amar— puede manifestarse en enfermedades como la esclerosis múltiple, la fibromialgia y el Alzheimer.

Estas dolencias, explica la santa, son reflejo del alma que ha perdido su flexibilidad espiritual, que se ha endurecido ante el sufrimiento y se ha cerrado al amor de Dios.

La enseñanza espiritual

Santa Hildegarda nos invita a reconocer que cada enfermedad tiene un sentido profundo, una raíz interior que no solo se trata con medicinas, sino también con amor, perdón y reconciliación.
El cuerpo, cuando enferma, habla el lenguaje del alma.

Gloria, al enfrentarse a su enfermedad, tiene la oportunidad de transformar su dolor en sanación. El camino comienza con abrir su corazón, perdonar, reconciliarse con su pasado y permitir que la misericordia de Dios suavice las heridas de su espíritu.

Conclusión

La historia de Gloria es el reflejo de muchas personas que, tras una traición o un gran sufrimiento, construyen muros para protegerse, sin notar que esos mismos muros terminan por aislarlas.

Santa Hildegarda de Bingen enseña que la sanación verdadera no ocurre solo en el cuerpo, sino cuando el alma se libera del resentimiento, de la dureza y del miedo a amar.

El antídoto espiritual contra la esclerosis del alma es la ternura, el perdón y la apertura al amor divino.
Solo un corazón que se deja ablandar por la gracia puede volver a sentir, a confiar y a vivir en plenitud.