Las visiones de Santa Hildegarda de Bingen: ¿Qué revela el amor mundano?

Las visiones de Santa Hildegarda de Bingen: ¿Qué revela el amor mundano?

En Los méritos de la vida, Santa Hildegarda de Bingen presenta una imagen profunda y simbólica del amor mundano. En su visión aparece una figura con apariencia humana y la piel oscura como la de un etíope. Estaba completamente desnudo y se aferraba con fuerza a un árbol grande y frondoso, cargado de flores de distintos tipos.

El simbolismo del árbol y las flores

El árbol representa las promesas efímeras del mundo, aquellas que parecen ofrecer belleza, éxito, placer y juventud. Las flores simbolizan los atractivos temporales que, por su apariencia, seducen al alma y la distraen del fin último: Dios.

La figura se aferra al árbol como quien cree que la felicidad depende exclusivamente de la salud, el estatus, la juventud o los bienes. Esta actitud demuestra una dependencia total de lo terrenal, una confianza desordenada en lo que se marchita.

Además, las palabras de la figura revelan miedo a la vejez, al deterioro y a la pérdida de belleza, miedo que nace del apego a lo material. Por lo tanto, la visión muestra cómo el amor mundano oscurece la vida interior y cierra el corazón a la eternidad.

La caída del árbol y sus consecuencias

Después de pronunciar su exaltación del mundo, el árbol se secó hasta las raíces. De inmediato cayó en las tinieblas, y la figura cayó con él. Esta escena es clara: todo lo que se apoya únicamente en lo terrenal está destinado a desaparecer.

Santa Hildegarda evidencia que:

• la juventud se extingue,

• la belleza física se marchita,

• las riquezas se pierden,

• los placeres se desvanecen.

Sin embargo, cuando el alma se aferra a estos bienes como si fueran eternos, termina cayendo con ellos. La visión, por lo tanto, no solo es un relato simbólico, sino también una advertencia espiritual.

El mensaje espiritual del amor mundano

El amor mundano promete plenitud, pero deja vacío. Por eso Santa Hildegarda muestra que quien vive solo para el mundo pierde la luz interior. La figura rechaza la vida eterna y considera absurdo lo espiritual; este rechazo es lo que provoca su caída.

Aunque las flores del mundo son hermosas, su belleza se desvanece. En cambio, las virtudes, la fe y la vida en gracia ofrecen una belleza que no se apaga. Santa Hildegarda propone mirar más allá de lo visible y recordar que toda criatura tiene un fin superior.

Conclusión

La visión del amor mundano de Santa Hildegarda invita a reflexionar sobre los apegos que consumen el corazón. El árbol seco muestra cómo lo terrenal es frágil y pasajero. En cambio, lo espiritual permanece y da vida al alma.

Por ello, la enseñanza es clara: buscar únicamente los bienes del mundo conduce a la oscuridad, pero orientar el corazón hacia Dios permite vivir con plenitud, libertad interior y verdadero sentido