El ayuno bíblico según Santa Hildegarda de Bingen

El ayuno bíblico según Santa Hildegarda de Bingen

El ayuno de Santa Hildegarda de Bingen no es solo una práctica alimentaria, sino un camino espiritual de sanación profunda. Según la santa, el ayuno es el medio más eficaz para activar las 35 fuerzas espirituales del alma, aquellas virtudes interiores que tienen el poder de transformar nuestras debilidades en fortalezas.

En sus enseñanzas, Santa Hildegarda explica que el ayuno purifica el cuerpo y el espíritu, fortalece la voluntad, y permite que el ser humano vuelva a armonizarse con Dios. Por tanto, no se trata de una privación sin sentido, sino de un proceso que conduce a la renovación interior y al equilibrio integral.

A continuación, conoceremos las tres formas de ayuno que propone la santa benedictina y su profundo significado espiritual.

Las tres formas de ayuno según Santa Hildegarda de Bingen

1. Ayuno a base de espelta

El ayuno de espelta es considerado por Santa Hildegarda como el más completo y equilibrado, ya que este cereal era para ella “el mejor alimento creado por Dios”.
Consiste en mantener una dieta de 4 a 6 semanas basada principalmente en espelta, frutas y verduras frescas.
Se recomienda consumir espelta tres veces al día en cualquiera de sus presentaciones: pan, granos cocidos o sopa.

Este tipo de ayuno tiene el propósito de purificar el cuerpo sin debilitarlo, nutriéndolo con alimentos que sostienen la energía vital. Según Hildegarda, la espelta aporta alegría al espíritu, fortalece la sangre y ayuda a mantener la mente clara y serena.

2. Dieta de reducción a base de espelta

La dieta de reducción es una forma más moderada de ayuno, ideal para quienes desean iniciar un proceso de purificación progresiva.
Se alternan los días de alimentación normal con los días de reducción.
Durante los días de reducción, solo se consume:

• Pan de espelta

• Infusión de hinojo

• Ensalada de lechuga con granos cocidos de espelta al mediodía

Esta práctica alternada permite regular el metabolismo, disminuir la carga digestiva y, al mismo tiempo, fortalecer la disciplina espiritual. Santa Hildegarda enseñaba que esta dieta ayudaba a las personas a recuperar el equilibrio entre el cuerpo y el alma, eliminando el exceso y fomentando la templanza.

3. El ayuno completo de Santa Hildegarda

El ayuno completo es el más exigente y requiere preparación y acompañamiento espiritual. Durante este período, la alimentación se limita a líquidos y caldos suaves.
Los alimentos permitidos son:

• Infusión de hinojo

• Café de espelta

• Infusión de hierbas medicinales

• Sopa de verduras con sémola de espelta

Este ayuno busca una purificación profunda del alma y del cuerpo, y debe realizarse con prudencia. Su finalidad no es la abstinencia extrema, sino restaurar la armonía interior y abrir el corazón a la gracia divina.

Contraindicaciones espirituales y físicas del ayuno

Santa Hildegarda advierte que el ayuno no es adecuado para todos. Existen condiciones espirituales y emocionales que pueden impedir el correcto desarrollo de este proceso. Entre las principales contraindicaciones se encuentran:

• Amor desmedido por la riqueza material

• Melancolía o tristeza profunda

• Desmesura y gula

• Ateísmo o falta de fe

• Soberbia

• Olvido de Dios

• Personas con enfermedades graves o pérdida de peso

El ayuno, practicado sin un espíritu de humildad y discernimiento, puede ser contraproducente. Por eso, Hildegarda invita a realizarlo con serenidad, fe y propósito espiritual, no como un castigo, sino como un acto de amor hacia uno mismo y hacia Dios.

Conclusión: el ayuno como camino de sanación integral

El ayuno bíblico según Santa Hildegarda de Bingen es una poderosa herramienta de transformación interior. A través de la purificación del cuerpo, el alma se fortalece y se abre a la acción de las virtudes divinas.

En palabras de la santa:

“El ayuno limpia el alma de la tristeza, ilumina la mente y fortalece el corazón para el bien.”

Practicar el ayuno con sabiduría y fe nos ayuda a reencontrar la armonía perdida, a vivir con mayor templanza y a recuperar la alegría espiritual que proviene de Dios.